Andreas Faber Kaiser

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Hace poco más de un año, la editorial EDAF reeditó un libro imprescindible para aquéllos que ansían conocer más en profundidad acerca de una de las teorías más heterodoxas que han circulado durante los últimos dos mil años en torno a la figura de Jesús: su supervivencia tras la crucifixión. Se titula Jesús vivió y murió en Cachemira y su primera edición se remonta a 1976, cuando Andreas Faber Kaiser causó un auténtico revuelo mundial, cuyos ecos aún resuenan.

Faber Kaiser fue uno de los periodistas más audaces, dinámicos y comprometidos en la historia de eso que el investigador británico W. Raymond Drake calificó en su día como “el comprometido campo de las ciencias limítrofes” y que a la postre aparece, en la sombra, como la causa de su temprano adiós a este mundo. No puedo olvidar el último artículo que publicó en la revista Más Allá -de la que había sido consejero editorial y coordinador internacional desde su fundación- y en el que, tras reconocer que era portador del virus del Sida sin saber cómo había podido introducirse en el interior de su cuerpo, se preguntaba textualmente: “¿He hablado demasiado?”

En este trabajo relacionaba sus investigaciones respecto a la extraña intoxicación -falsamente achacada al aceite de colza- de 1981 con la casual y asombrosa, por lo inexplicable, aparición del temido VIH en su sangre. Y relacionaba esta circunstancia con la de tantos “investigadores, médicos y hasta autoridades como -el ministro del Interior- Juan José Rosón que murieron o quedaron afectados de repentinos e inexplicables cánceres y otras dolencias” cuando intentaron avanzar realmente en el origen de esta extraña dolencia. Fruto de sus descubrimientos personales en la trama del síndrome tóxico fue el libro Pacto de Silencio cuya distribución fue boicoteada en el circuito comercial y pese a ello se utilizó en el juicio que años después intentó dar carpetazo final al envenenamiento masivo.

En el mismo artículo, Faber Kaiser se refería a un trabajo de investigación que calificaba de “bomba periodística” y que pensaba publicar bajo el título de “Noches de Blanco Satán. Satán en la Casa Blanca” describiendo por primera vez a este lado del Atlántico la existencia de la “ultrasecreta y restringida secta satánica nacida en una cripta de la universidad de Yale” a la que pertenecía el entonces presidente de los EE.UU. George Bush sénior. Se refería obviamente a Skull & Bones aunque por aquella época nadie había oído hablar de este grupo fuera de determinados círculos especializados en los EE.UU.

Faber Kaiser era un tipo saludable y deportista que había viajado por todo el mundo y, literalmente, arriesgado su vida en algunos de estos viajes, pero tras las sospechosas neumonías y posterior aparición del Sida a raíz de algunas de sus investigaciones, reconocía en este artículo que le tenía mucho apego a la vida y que no deseaba terminar como “demasiada gente” que “ha fallecido de muerte repentina” y oficialmente natural tras tirar de los mismos hilos que él estaba tirando. Así que anunciaba su intención de no publicar ciertos artículos que tenía preparados como el de Skull & Bones a cambio de seguir vivo.

Su proposición no debió ser aceptada: falleció pocos meses después de la publicación de ese artículo.

Después de su partida, no he conocido a muchos investigadores de estos temas que hayan llegado tan lejos como él llegó, pues Andreas Faber Kaiser no se limitaba a publicar elucubraciones sin pies ni cabeza ni a repetir los mismos refritos una y otra vez como hacen tantos especialistas de lo oculto sino que era un verdadero estudioso de campo, aparte de un sensacional periodista.

No se arredraba ante la crítica ni el desprecio y tuvo el coraje de ser el primer ponente del primer curso sobre OVNIs organizado por la Universidad Complutense de Madrid (por cierto, que entre sus obras al respecto no quiero olvidarme de El muñeco humano, en la línea de Salvador Freixedo, uno de los autores más interesantes a nivel mundial sobre lo que se esconde tras este fenómeno que todos los gobiernos del mundo reconocen extraoficialmente mientras intentan ridiculizarlo a nivel oficial). Suya fue, además, la creación de la inolvidable Mundo Desconocido, la mejor revista jamás editada en idioma español sobre misterios y enigmas y que de hecho obtuvo, entre otros galardones, el de ser una de las tres mejores publicaciones de su género a nivel mundial.

Jesús vivió y murió en Cachemira intenta probar la teoría según la cual el Maestro de maestros no pereció crucificado, sino que fue rescatado a tiempo, curado y protegido hasta que pudo emprender camino hacia el Este, hacia la región de Cachemira, que ya habría conocido en su juventud, durante la desconocida etapa de su infancia. Durante su viaje, habría predicado lo mismo que en la antigua Palestina bajo ocupación romana y, al término de su periplo, habría fundado una familia y vivido más o menos tranquilo hasta el final de sus días. Allí se encontraría hoy día su tumba: en un lugar conocido como Rozabal, en el sector de Khanyar, en Srinagar.

Hasta allí viajó personalmente Faber Kaiser en compañía de su mujer, para fotografiar el lugar (y otros interesantes destinos como la posible tumba de la Virgen María e incluso del mismísimo Moisés) y entrevistar a todo aquél que tuviera algo que decir al respecto. No tengo constancia de que ningún otro investigador haya completado un viaje similar desde entonces.

En todo caso, la tesis de la supervivencia posterior a la crucifixión es muy antigua, en realidad, y muy conocida en ciertas ramas del Hermetismo. De hecho, fue una de las grandes herejías de las que se acusó a los Templarios, una de cuyas pruebas de iniciación se dice consistía en pisotear la cruz porque era una forma de rechazar que Jesús hubiera muerto en este instrumento de tortura. Esta posibilidad -así como la diferencia entre el verdadero cristianismo defendido por Jesús y el falso cristianismo inventado por Saulo de Tarso, luego San Pablo- aparece en diversas obras literarias e incluso cinematográficas como la muy polémica pero extraordinaria La última tentación de Cristo.

El impacto mundial que generó este libro, traducido a una decena de idiomas, provocó la publicación de innumerables secuelas parasitadas…, digo, elaboradas por autores de distintos países que se sumaron a la hipótesis con rapidez alimentando el morbo y la mala fe con el objetivo de conseguir fama y dinero con el escándalo. Pero el minucioso trabajo de Faber Kaiser está donde está y nadie ha sido capaz -que yo sepa- de ir más allá, al menos ante el gran público.

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Fuente y texto original: El Paso de las Termópilas
Fecha: 17/04/2006
Autor: Paul H. Koch